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El "Hiperespacio" de Donum Estate reimagina el terruño

Los vinicultores consideran que el "terroir" es la huella territorial del vino, pero Donum Estate, de Sonoma, lleva el concepto a otro nivel con su jardín sonoro "Hiperespacio", recientemente inaugurado por el artista Yang Bao.

El nombre "Donum" significa regalo. Adquirida por Allan y Mai Warburg en 2001, la finca regenerativa y ecológica de 80 hectáreas produce Pinot Noir, Chardonnay y vino espumoso Blanc de Blanc de lujo.

Donum Estate se extiende entre las regiones vinícolas de Napa y Sonoma, en Carneros, una zona de fragantes eucaliptos y ondulantes colinas. En 2011, la pareja donó allí la Colección Donum, una de las mayores colecciones privadas de escultura del mundo.

Yang Bao se une a los más de 50 artistas de renombre internacional con obras en la Colección Donum, como Louise Bourgeois, Zhan Wang y Ai WeiWei.

La última instalación artística que forma parte de esta iniciativa se llama Hyperspace.

"El arte, el paisaje y el vino combinan a la perfección", señaló Allan Warburg a los invitados que asistieron a la inauguración de Hyperspace el 10 de julio. "Creo que [Yang Bao] ha creado una verdadera experiencia multisensorial. Ves el arte en el paisaje, hueles las flores, saboreas el vino y escuchas la música".

Bao, pianista de formación clásica, compositor y artista de instalaciones, diseñó Hyperspace para que se integrara perfectamente en la biodiversa finca de Donum, cambiando de forma melódica a lo largo de las estaciones.

"Siempre me han interesado las experiencias multisensoriales, porque crecí como pianista", dijo Bao en una entrevista previa a la inauguración. "Pero también trabajo en artes visuales y esculturas sonoras. Así que se trata de conectar lo que ves, oyes y hueles, y lo que experimentas en conjunto, en una especie de experiencia artística".

Bellezas invisibles

Ubicada en un antiguo campo de lavanda, la escultura incluye una pirámide dorada de acero inoxidable recubierto de oro de 24 quilates que parece un arpa multidimensional en sintonía con el entorno. Dentro de la pirámide, nueve estructuras reflectantes de acero inoxidable de distintos tamaños reproducen simultáneamente composiciones únicas y específicas de Bao. El número nueve simboliza el infinito en las culturas antiguas. Otros nueve monolitos con acabado de espejo rodean la pirámide, reflejando el ecosistema siempre cambiante del viñedo.

"Esta creación no es sólo el sonido, sino también los efectos visuales, la escultura en sí", explica Bao. "Se trata de sacar a la luz estas bellezas invisibles que, como humanos, a veces pasamos por alto, ya sean los cambios en el viento, la lluvia o las nubes. Quiero llevar el ADN de Donum a cada una de sus partes. Siempre está cambiando, como el vino".

En última instancia, Bao establece una fuerte correlación entre su instalación artística y el terruño de Donum.

"Creo que esto ha encajado bien en la filosofía de Donum", concluye Bao. "También están muy interesados en conectar esos sentidos y la conexión de las personas con la naturaleza, porque la elaboración del vino, al igual que la música o las esculturas sonoras, consiste en conectar con lo que hay alrededor, aparte de uno mismo".

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