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¿El vino dejó sordo a Beethoven?

El famoso compositor Ludwig van Beethoven pudo quedarse sordo como consecuencia directa de su dieta, según un reciente estudio de la Universidad de Harvard.

La pérdida de audición de Beethoven, que le provocó una sordera total a mediados de los 40, ha sido objeto de gran debate a lo largo de los siglos. Se han teorizado todo tipo de causas, como la exposición a música a alto volumen, el lupus y la sífilis, pero las últimas investigaciones sugieren que el autor de algunas de las mejores sinfonías de la historia de la música se quedó sordo por envenenamiento con plomo.

El análisis de dos mechones de pelo de la cabeza del ex compositor reveló niveles de plomo unas 90 veces superiores a los normales.

Aunque la gente de finales del siglo XVIII y principios del XIX podía exponerse al metal mortal de diversas maneras, por ejemplo en forma de plomo blanco utilizado para empolvar las pelucas, los investigadores teorizan que en realidad la culpa la tenía lo que comía y bebía.

En la revista Clinical Chemistry, los autores argumentaron que "entre las fuentes primarias sugeridas de exposición al plomo se incluyen el vino plomado, los factores dietéticos y los tratamientos médicos".

El "factor dietético" citado era el pescado de agua dulce que consumía Beethoven. El coautor Nader Rifai, de la Facultad de Medicina de Harvard, dijo a The Times: "Era conocido por comer mucho pescado, y el Danubio en aquella época estaba muy contaminado con toda la industria".

Pero también puede haber sido la parte líquida de la dieta de Beethoven la que influyera en su pérdida de audición, según Rifai: "Se puede ver en el registro que varios de sus médicos le advirtieron que redujera el consumo de vino".

Aunque los bebedores de vino modernos no deberían preocuparse por la presencia de plomo en su bebida de la noche (o de la mañana), gran parte del vino que Beethoven bebía en aquella época estaba "plomado".

La práctica de añadir plomo a los vinos se remonta a los antiguos romanos, y posiblemente incluso a los antiguos egipcios. Supuestamente, la adición de este metal venenoso endulzaba la bebida, reducía la agresividad de los taninos y ayudaba a conservarla.

"Otra cosa que hace es eliminar el enturbiamiento del cristal: tiene un aspecto más agradable", explica Rifai.

Por desgracia, aunque el plomo podría beneficiar al vino, tendría el efecto contrario en el bebedor, provocándole dolores de estómago y de cabeza y, finalmente, la muerte. Los investigadores de Harvard no creen que el vino fuera lo que finalmente mató a Beethoven en 1827, a la edad de 56 años, pero sí que le robó el oído.

"Este hombre creó una de las músicas más bellas que la humanidad ha sido capaz de producir", dijo Rifai. "Fue increíblemente trágico que no pudiera escuchar esta música majestuosa que creó".

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